CUENTO No. 42: LOS ESTADOS DEL SER Cap. 15 El estado del adversario
- Paulina Villegas
- 17 jul 2023
- 5 Min. de lectura
Hemos llegado a un sendero bastante interesante. Yo lo llamaría un sendero de prueba que, si o si, nos lleva a cavar en lo más profundo de nuestro ser para encontrar la Luz. Pero… encontrarla demandará atravesar la oscuridad.
Desde que comencé a estudiar cada sendero me he encontrado que hay varios que de una u otra forma nos llevan a revisar y trabajar con la sombra, nuestra sombra. Sin embargo, el sendero que nos permite hacerlo de forma directa y específica es el sendero de la integración. Pero cuando llego a este estado, al que decidí llamar el adversario, me encuentro que muchos autores también lo enfocan en el trabajo con la sombra y me cuestioné mucho ¿por qué dos senderos harían lo mismo? Entonces, me puse mis lentes y me dediqué a entender muy bien cuál era la diferencia entre ambos. Te compartiré lo que identifiqué y a la conclusión que llegué.
En el tarot este es el sendero del “diablo”; carta a la que le temen muchas personas. Es que, de hecho, el mismo nombre ya genera cierto temor y resistencia. Pero, como toda esta sabiduría, es una carta muy interesante que está al servicio de nuestro bien mayor y nuestra evolución.
Ya verás.
“El diablo”, que en mi lenguaje he preferido llamar el adversario, es un arquetipo que nos permite ver la oscuridad sin filtro. Aquí ya no estamos hablando de una mera sombra, hablamos de oscuridad total. Oscuridad que esta en nuestro interior y en nuestro exterior y, a la que, es muy doloroso ver. Este tipo de oscuridad de la que hablamos aquí no es un simple “defectico”. No, no, no… es nuestro lado más “siniestro”. Como personas y como sociedad. Porque, aunque no lo queramos aceptar, todos realmente tenemos un ángel y un diablo adentro. Es parte de nuestra constitución humana.

La oscuridad humana de la que te hablo es aquella que busca la corrupción de la voluntad ajena para beneficiar ciertos intereses particulares. Se trata de la falta de impecabilidad y respeto hacia las decisiones de los demás, manipulándolos consciente o inconscientemente. Esta manipulación se da a través del desarrollo de actividades que tiendan a torcer, alterar, impedir o corromper la manifestación de la voluntad de otra u otras personas. Hay diferentes procedimientos con los cuales se puede efectuar esto, y van desde lo más sutil hasta lo más grotesco. (Villarubia, Haut, & Millera, 2003) Acciones con armas, leyes injustas, “libros sagrados”, técnicas de lavado de cerebro, ganar poder por lástima mal enfocada. Ser excesivamente protector o salvador por miedos personales no resueltos, entre muchas otras que ya te habrás imaginado.
Todas estas acciones dejan una huella indeleble en quienes las realizan, huellas que permanecerán activas hasta que no sean limpiadas, en esta o en otras vidas. La limpieza consiste en aprender a ser impecables y comprender los mecanismos, miedos e inseguridades que, consciente o inconscientemente, nos han obligado a actuar de manera equivocada. Deberemos entonces dialogar con “nuestros propios demonios internos”, cuando aparecen, en lugar de rechazarlos; para integrarlos y demostrar el respeto “exquisito” por los demás y sus manifestaciones de voluntad, sin perjuicio de mantener nuestras posturas, si las creemos justas.
Este sendero, en un Plan del Alma, bien aspectado nos habla de personas con una búsqueda profunda de la parte negativa de la vida, con el fin de comprenderla mejor. Su objetivo es liberarse de pensamientos limitadores que impiden la libre expresión. Para ello necesitarán “hurgar” en su propia mente, buscando una comprensión lógica de aspectos, en apariencia, irracionales. Son personas que sienten el impulso de liberarse de tabúes, con un fuerte psiquismo, muy intuitivas, que generalmente tienen percepción extrasensorial y un fuerte magnetismo. Con la necesidad inminente de ser coherentes sin perder sensibilidad emocional.
Por su parte, este estado mal aspectado nos habla de la necesidad de ser selectivo, pues muy seguramente en una vida pasada se tocaron aspectos de magia negra o violación de la voluntad ajena, que deberán ser limpiados en esta existencia. Se trata de llegar a lo oscuro de vidas pasadas para “darle la vuelta” y tornarlo en luz. El rechazo a este trabajo en “las áreas escondidas” se traducirá en trastornos en el aparato digestivo, especialmente en el intestino grueso. A nivel energético este mal aspecto hace que la persona pueda creerse loca. Manifestación de miedos. Psiquismo oscuro. Confusión mental. Naturaleza destructiva y rebelde. Ignorancia.
A nivel físico, además de problemas en el intestino grueso, también pueden darse situaciones con estómago, cáncer, enfermedades mentales. Pérdida de memoria. Demencia senil, mal de Alzheimer. Esquizofrenia. Desorientación, despiste. Y a nivel emocional dificultad y temor para percibir el subconsciente. Miedo hacia los aspectos oscuros del alma humana. Miedo a los miedos. Temor y dificultad en defender y hacer valer el propio territorio.
Cuando llegué a este sendero me pregunté ¿Por qué o para qué el Alma quiere transitar por un sendero que la confronta con “el diablo”? ¿No se trata acaso de transitar todos estos estados para lograr la Luz? Entonces, ¿Por qué “buscar” la oscuridad?...
¿Te lo preguntaste también?...
Pues me fui a revisar todo el tema del Diablo, y sus respectivos nombres y “leyendas”. Encontrando que también ha sido llamado Lucifer y Satán, en nuestra cultura occidental. E indagando en ambos términos descubrí que uno de los significados de Lucífer es: "el que trae la Luz". Por su parte Satán significa: adversario.
Cuando estudié sobre los ángeles cabalísticos encontré que cada ángel de luz tenía su correspondiente “lucífer”. Y decía que los lucíferes tenían la misión de ayudarnos a descubrir la verdad por contraste, por oposición al impulso que ellos promueven en nosotros con sus fuerzas; es el sistema "al revés te lo digo para que me entiendas". Es decir, cuando no atendemos a los ángeles de la Luz para llevar a cabo lo que nos corresponde, entran los ángeles luciferes para hacernos entender, pero a las malas. Sirven al mismo propósito, pero sus métodos son totalmente distintos y opuestos.
Cruzando información, deduje que Lucifer es el “papá” de los lucíferes y finalmente todos están al servicio de la Luz. En el libro Satán de Yehuda Berg, hay un párrafo que me pareció interesante traer a colación. Dice: La vida no trata sobre sus cualidades positivas. Y tampoco trata ciertamente sobre su personalidad más bondadosa. Está muy lejos de todo esto, amigos. La vida trata sobre sus debilidades. Sus supuestos pecados. Se trata de descubrir todos sus rasgos egocéntricos. En otras palabras, la clave de la vida es encontrarme a mí dentro de ustedes. ¡Qué irónico! El mundo busca constantemente a Dios en un intento de encontrar la felicidad. ¡Qué gran error! ¡La búsqueda de la felicidad empieza con mi propia búsqueda! Descubrir a Satán es el camino hacia la Luz.
Y he aquí el qüick del asunto. Un Alma decide transitar este sendero o vivir este estado para habitar su oscuridad y a partir de conocerla, limpiarla, reconectando con la Luz. Es la satisfacción del merecimiento. Es la emoción de saberse ganador. Es el poder de sentir que fuimos capaces de vencer “los obstáculos” y llegar a la meta. Es ese “no se qué, no se cómo” que se siente al derrotar al adversario, reconociendo la lucha por la que se tuvo que pasar y sobreponerse.
¿Y sabes qué? A mi no me gusta la palabra lucha, ni guerra, por el contexto social que conlleva. Sin embargo, en este sendero y en este estado creo que es muy útil usarlas porque finalmente la mejor lucha y la mayor batalla que se debería librar es con nuestra propia oscuridad, porque en la medida en que cada uno de nosotros logre ganar esa guerra, habrá paz en nuestro mundo exterior. Que loco ¿verdad? Lucha interior para lograr paz exterior.
Desde la oscuridad y el caos creo oportunidades para trascender las limitaciones
Mary K. Greer.
Pauli.





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