Cuento No. 13: Alma ¿Qué me quieres decir?
- Paulina Villegas
- 25 dic 2022
- 8 Min. de lectura
Algunas de mis pistas para decodificar los mensajes del Alma
Como lo mencioné en el cuento anterior, el Alma tiene “tonitos” para enviarnos los mensajes. El primero y más suave es el de la intuición y es muy personal. A mí me funciona a veces con códigos y otras veces es súper directo, como por ejemplo ayer. El mensaje fue muy claro y me lo dio el Alma a través de una corazonada “dejemos el carro en un parqueadero”. Luego nos lo dijo el chico que cuida los carros en la calle. “Están poniendo mucho problema con los carros y se lo pueden llevar” Luego le dije a mi esposo, voy por el carro y lo traigo más cerca al restaurante. Fueron 3 llamados del Alma, super claros… Pero no, la terquedad es así. Dejamos el carro en la calle y adivina ¿qué? Efectivamente el tránsito se lo llevó.
Así que decodificar esos mensajes de la intuición creo que es un tema muy personal en el que cada uno debe hacer su propio esfuerzo. Ahora bien, ya en los tonos más “subiditos”, (jijiji), los que tienen que ver con las emociones y el cuerpo físico, ahí si hay unas pautas que uso que pueden serte útiles en tus propios procesos. Comenzaré por el tema de las emociones.
Mi forma de trabajar con las emociones está soportada en la psicología positiva y otras herramientas. A partir de estas yo reconozco 10 emociones esenciales o básicas y de ellas desprendo todas las demás. Las emociones base son: alegría, tristeza, ira, miedo, ansiedad, asco, sorpresa, vergüenza, “amor” y “felicidad”. Estas últimas las pongo entre comillas porque para mí no son propiamente emociones sino estados del ser, pero para efectos prácticos de lo que quiero mostrar aquí las dejaré como emociones.
Cada emoción tiene un significado y a partir de allí empiezo a decodificar los mensajes. Por ejemplo, cuando siento alegría quiere decir que hay algo en mi vida que es favorable o positivo en coherencia con mi nivel de consciencia del momento. La tristeza me dice que creo que estoy teniendo una pérdida de algo o alguien que valoro como primordial. La ira me cuenta que existe o se va a producir un resultado negativo (real o imaginariamente) para mis intereses y por lo tanto me siento vulnerable. El miedo me hace ver (real o imaginariamente) un peligro que pone en riesgo mi integridad. La ansiedad me muestra mi tendencia a compararme con cualquier cosa, en cualquier situación, y con cualquier persona, lo que me hace sentir inferioridad e insatisfacción porque pienso que no estoy a la altura comparada, viviendo, deseando o ansiando un mañana mejor. El asco, la vergüenza y la sorpresa son conocidas como emociones ambiguas y sociales y me muestran mis condicionamientos y creencias limitantes o expectativas.
En relación al amor… Dios santo, hay tanto que decir que creo podría escribir un libro o muchos cuentos del camino. Por ahora quiero diferenciar dos cosas. Una es el amor “humano” que va más ligado al afecto en mi lenguaje. Y esta el amor “espiritual” que va más ligado a la conexión. Cuando siento el primero puedo descifrar que algo o alguien me interesa y deseo tener un intercambio con eso o ese ser. Cuando siento el segundo mi Alma me dice que estoy permitiendo que ella se exprese a través de la comunión, la aceptación y el respeto. Es cuando aparece la verdadera incondicionalidad.
Y finalmente está la felicidad. Para mí la felicidad es sinónimo de plenitud, de complitud, de saber que nada me falta, que todo es perfecto y todo siempre está en orden. Cuando entro en ese estado del ser, nada me turba, nada me espanta, todo se pasa.
Con esas interpretaciones de base, lo que hago es observar. Y lo primero que me digo es ¿Qué estoy sintiendo? Es decir, le pongo nombre a eso que siento. Sin embargo, a veces no sé qué siento y entonces digo “tengo como malparidez cósmica”. Cuando esto último pasa me enfoco en las sensaciones y en lo que detonó esa malparidez cósmica para ver qué o quién “me desacomodó”. Cuando se lo que siento o que detonó lo que siento, voy a la descripción de la emoción y empiezo a ver el trasfondo. Observo la situación que suscitó esa emoción y empiezo a preguntarme de forma desafiante y ¿qué? ¿cuál es el problema? Y poco a poco voy llevándome al momento semilla que instaló esa emoción asociada a x situación en mi inconsciente para trabajar desde allí. Ahora, a veces es rápido, otras me demoro meses, años o temporadas para lograr decodificar el mensaje. Tampoco los voy a engañar diciendo que siento, luego decodifico y listo. No, es un proceso y depende mucho del nivel de profundidad y la cantidad de “capas” que haya que trabajar para poder comprender los mensajes, madurarlos e integrarlos.
En relación a las llamadas fuertes o aquellas que se hacen tangibles a través de alguna enfermedad (física, mental o energética), quiero decirte que uso varias herramientas. Una de ellas es la biodescodificación que la trabajo haciendo uso de tres libros que amo. Uno es el diccionario bioemocional de Joan Marc Vilanova; el otro es el libro llamado La metamedicina de Claudia Rainville y el tercero es La medicina del Alma de Eric Rolf. Uso una ficha auto terapéutica que te comparto en souvenirs para hacerme mas consciente de lo que está pasando y su momento semilla. En ocasiones, como la que te comenté en mi cuento anterior, donde hay mas de dos “molestias” y aparentemente no tienen nada que ver la una con la otra me remito a revisar los chacras asociados a esa molestia y a partir de allí construir el mensaje. Y bueno otras cositas que me ayudan mucho. Pero para efectos prácticos en el marco de este cuento te quiero compartir la base sobre la que parto para empezar a leer ese mensaje del Alma tan tangible.
La base sobre la que trabajo para decodificar los mensajes fuertes es tomada de la Medicina Tradicional China. En esta medicina cada emoción está asociada a un órgano y su correspondiente víscera, y a su vez cada uno tiene un canal energético en el cuerpo conocido como meridiano que también está relacionado a esa emoción.
Entonces, cuando presento síntomas, molestias, enfermedades, relacionadas con los pulmones y/o el intestino grueso, me remito a la tristeza y sus emociones secundarias para ver que ahí allí que no ha sido elaborado, sanado, madurado o integrado y requiere mi atención. Por su parte, todo lo relacionado al corazón y/o el intestino delgado me habla de la alegría (pérdida o exceso) y todas las emociones asociadas. Si el tema es con el bazo y/o páncreas el tema ya es acerca de la ansiedad. Si es riñones y vejiga estamos hablando de miedo. Y todo lo relacionado a hígado – vesícula nos habla de iras, frustraciones y temas afines contenidos y no digeridos.
En la siguiente parte de este cuento me tomaré la licencia para ponerte en forma literal un apartado de El Gran Libro de la Medicina China, con el fin de mostrarte como desde allí se entiende esta unión entre lo emocional y lo físico.
“La alegría es un factor saludable, pero una experiencia intensa y prolongada de alegría excesiva perjudica el corazón y entonces se convierte en una causa patógena endógena. Una alegría inmensa agota la energía del corazón. Ése es un buen ejemplo de moderación en todo. La alegría negativa, como el placer que deriva de perjudicar a los demás, es asimismo patógena.
La ira perjudica el hígado. Cuando una persona se enfada, excita el fuego de su hígado (es decir, su hígado funciona en exceso), palidece y le tiemblan las extremidades. La ira origina un aumento de la energía, que puede provocar una distorsión de la visión, dolor de cabeza, mareos y vómitos de sangre. Según la concepción china de la medicina, el hígado regula el flujo sanguíneo y está relacionado con el corazón. Por eso, una persona que se enfada fácilmente es propensa a sufrir enfermedades cardíacas.
La melancolía perjudica el pulmón. Cuando uno se preocupa demasiado y sufre un exceso de melancolía, es posible que pierda el apetito, tosa y vomite, que sufra de estreñimiento y de insomnio, y que tenga dificultades sexuales; está abatido y se le bloquea el flujo de energía. Las personas melancólicas o las que de repente se ven expuestas a una gran preocupación sucumben fácilmente a enfermedades pulmonares.
La angustia perjudica el bazo. Cuando uno piensa demasiado o es ansioso en exceso, los sistemas del bazo y del estómago se verán afectados. Se le congestiona la energía y el sistema digestivo y el de absorción le funcionan mal, lo cual le provoca pérdida de apetito, flatulencia en el pecho o el abdomen, dolor de cabeza y mareos, insomnio y amnesia (pérdida de la memoria).
Por lo tanto, cuando uno está ansioso, pierde las ganas de comer.
La tristeza perjudica tanto el corazón como el pulmón. Demasiada tristeza hace que uno pierda el entusiasmo y la confianza en la vida; estresa el corazón y agota la energía. El paciente no tiene apetito, puede que tenga tos, no puede dormir y tal vez pierda sangre en la orina. Por eso el amor no correspondido suele ser causa de tisis.
El miedo perjudica los riñones, hace que la energía disminuya y se agote, y puede provocar una pérdida del control de las heces y la orina, diarrea involuntaria, polución nocturna, convulsiones y trastornos mentales. Puede causar problemas sexuales. El susto perjudica el espíritu y el corazón; dispersa el espíritu y malgasta la energía, y puede provocar graves palpitaciones, insomnio, falta de concentración, convulsiones, pérdida de la conciencia y trastornos mentales. El susto perjudica también la vesícula y el riñón….
…Una técnica interesante y efectiva que se utiliza en la medicina china consiste en usar la emoción adecuada para tratar una enfermedad emocional o psiquiátrica. Según la psicología china, la tristeza vence a la ira, el temor vence a la alegría, la ira vece a la preocupación, la alegría vence a la melancolía y la preocupación vence al temor”

Como te comenté esta es mi base para hacer el respectivo análisis del mensaje. Ahora te preguntarás, pero en cosas como un esguince, o los miomas que mencioné que tenía, la tiroides… que no son lineales con los órganos y vísceras que nos mencionaste antes, ¿Cómo se haría?
Lo que yo hago es: 1. Me remito a los libros que te sugerí unos párrafos atrás y 2. Como en el caso de los miomas, el seno y la tiroides, analizo cada chacra y su asociación a la molestia. En mi caso particular, observé que la tiroides tiene todo que ver con el chacra de la garganta. Miomas – chacra sacral o sexual y seno chacra corazón. A partir de allí empecé a analizar cada chacra por separado y escribir ¿Cuál era su función? ¿Qué me permitía hacer ese chacra en la vida? y poco a poco fui uniendo cada mensaje hasta llegar al mensaje general. No voy a ponerte aquí lo que saque, pero te doy pistas. Un chacra me hablaba de hacer lo que amo por el placer de hacerlo y disfrutar la vida. Otro me habla de mi capacidad de expresión y manifestación y el otro me habla de la compasión, la incondicionalidad y el amor. La tarea muy personal es unir esas tres cosas en un mensaje hasta llegar al que resuene (te mueva emocionalmente) y ¡tarán… ahí está!
Hoy leía en un libro precioso que el Alma todo el tiempo nos habla y nos está llamando. No solo está para contestar esas grandes preguntas que nos hacemos, ella está en conversación permanente con nosotros. Solo que nos hacemos los locos o no la escuchamos. Mi invitación con estos últimos cuentos es a que conectes con tu Alma y mantengas una conversación permanente con ella, para lo que deberás hacer un espacio en tu rutina diaria para “conversar”. Por favor no esperes a que ella tenga que llevarte a situaciones extremas para que la escuches y prestes atención. En ultimas, ella es la dueña de tu vida, y lo mas justo es que ella pudiera determinar el camino que quiere y debe seguir, según su propio plan.
Por lo pronto, no es más. Solo agradecerte por estar aquí puntual cada semana en este intercambio amoroso que hacemos juntos. Yo al compartir y tu al recibir dándome el placer de dar un poco de lo que he aprendido.
Pauli





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